la lumbre de los cielos se derrama:
es cada flor un búcaro de aromas
y una cuerda que vibra cada rama.
El horizonte púrpura destella;
naturaleza, al despertar, suspira:
arriba, es un diamante cada estrella,
abajo, cada tórtola, una lira.
Y de la aurora a los primeros rayos
despiértanse los gérmenes dormidos:
hay en las flores lánguidos desmayos,
y vibración de arrullos en los nidos.
Allá en lo más espeso de la fronda,
miente la luz alcázares de llamas,
y saltan en los pliegues de la onda
flecos de espuma y resplandor de escamas.
El ala vagabunda de la brisa
recoge los alegros del sisonte,
y como una inspirada pitonisa,
susurra cosas nuevas por el monte.
Rasga el arado la feraz llanura;
el surco abierto la simiente encierra,
y hay estremecimientos de ternura
en las hondas entrañas de la tierra.
VICTOR RACAMONDE.
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