sábado, 4 de febrero de 2017

OJOS COLOR DE LOS POZOS

Me voy para los Esteros
-agua abajo y por la orilla-
en mi bongo sin palanca
con una vela sin brisa,
cantándole sin reposo,
en mi guitarra sin prima,
a tus ojos sin tristeza
mi corazón sin alegría.
Ojos color del ensueño
de la resaca azulita.
Pulsando con el reflejo
borones de agua dormida,
dejos de cuatro doliente
la palmasola suspira;
un hilo de alas yéndose
angustia las lejanías.
Por los rumbos de te quiero
-arenales y arenales-
se me cerraron las picas.
Esta ausencia sin distancia
en la canción que se abisma.
Ojos color de los pozos
de la resaca azulita.
Allá viene la amargura
por un callejón de dichas,
mas, en ti se me perfuman
la pena y las alegrías,
porque aquel cantar amargo
-puro anhelo y pura espina-
me lo guardó tu cartera,
me lo besó tu sonrisa,
me lo guardó tu cartera
-nidal de tus cosas íntimas-
de las tardes pensativas
y por eso bajo el éxtasis
a rociarse en ti los sueños
se van mis cantas marchitas.
Ojos color de remanso
de la resaca azulita.
Ojalá hubiera cien Llanos
entre mi vida y tu vida,
y cien Apures cruzando
por la sabana infinita;
ni un potro para la ruta
ni una canoa en la orilla:
Entonces, todo salvándolo,
sereno te buscaría;
pero esta ausencia sin lejos
es para mi trocha, valla,
para mis angustias, pica.
Y en el playón seco y solo
que en el cantar se me abisma,
no me atrevo ni a soñar
el cielo de tus pupilas.
Pupilas color del alma
de la resaca azulita.

Alberto Arvelo Torrealba

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